Falleció Julio Lucero

LA ADAR SE DESPIDE DE UN AMIGO


Ayer, alrededor de las 20:00 horas fallecía Julio Lucero víctima de un ataque cardiorrespiratorio. Sus restos fueron inhumados esta tarde en el cementerio local.

Se podría decir que atrás quedaron esos días en que llegando al club de ajedrez uno no se extrañara de ver a "Lucerín", un aficionado de asidua asistencia. Sin embargo esto no sería totalmente cierto: el hecho de que alguien ya no esté con vida no necesariamente implica que deje de existir y este es el caso de Julio Lucero debido a la gran cantidad de gratos recuerdos que nos ha dejado. Y es que Julio era un ejemplo del buen humor: soportaba cada día las
bromas de sus rivales al caer derrotado en los clásicos "pimpones" siempre con una sana sonrisa. También se divertía cuando alguien hacía leña de Racing de Avellaneda, el cuadro de sus amores al cual seguía cada vez que tenía oportunidad, ya sea por radio o televisión y sin importar como fuera el equipo en la tabla de posiciones.

Muy presente en los torneos de ADAR, Lucero se había ganado el respeto de ser un peligroso jugador de ajedrez, aunque su fuerza de juego se dividió en dos etapas claramente separadas. Y es que el querido Julio ya le había ganado una partida a la muerte años atrás al sufrir un masivo
derrame cerebral durante una competencia. Habiendo entrado en un coma profundo los médicos pronosticaron que no pasaría la noche. Sin embargo despertó pasados dos días pero no sin terribles secuelas: había quedado no sólo parapléjico: también había perdido la memoria.

Incapaz de reconocer a familiares y a amigos, incapaz de moverse por sí mismo en su cama de hospital, Julio Lucero ignoraba otro pronóstico médico que indicaba imposibilidad alguna de mejoría de su estado. Otra vez Julio se levantó literalmente por encima de los malos augurios
recuperando la movilidad de la parte izquierda de su cuerpo. Un par de meses después era llevado por su familia al club de ajedrez. No recordaba a quienes eran sus amigos y tampoco el movimiento de algunas piezas. En ocasiones, algún recuerdo parecía volver y en esos momentos Julio se veía sorprendido y también contento. Fue así que poco a poco recuperó las memorias perdidas e incluso volvió a ser un jugador de torneo. No obstante jamás llegar a igualar la fuerza
de juego que ostentaba anteriormente, volvió a ser un animador de las tardes de blitz y de algunos torneos "pensados". Incluso, pese a sus problemas físicos y otros derivados de su salud, Julio Ayudó cada vez que pudo y con lo que pudo en los trabajos de construcción de la sede social: colocando un tornillo acá y otro allá, barriendo, pintando un poco...

Julio era un amante de ajedrez: cuando no estaba jugando un partida se quedaba largos ratos observando en silencio los enfrentamientos de pimpones entre otros jugadores, esperando el momento de que terminen para preguntarles por qué no efectuaron tal o cual jugada o qué sucedía si tal pieza era capturada... le interesaba mucho aprender, disfrutaba cuando alguien le
explicaba una variante o lo proponía algún problema ajedrecístico para solucionar.

Julio ya no está. Pero como antes se dijo, Julio aún no se ha ido: seguirá todavía un tiempito entre nosotros, rondando con su buen recuerdo por las mesas de ajedrez de la ADAR.