HASTA
SIEMPRE “CANICA"
Ayer, como
muchos que formamos parte activa del quehacer del ajedrez riogalleguense, me vi
duramente sorprendido y conmocionado al recibir la noticia del fallecimiento de
José Muñoz y su señora esposa como consecuencia de un accidente
automovilístico. Además de las sinceras condolencias a sus familiares y
allegados, se hace inevitable, como siempre sucede en estos momentos, caer en
la cuenta de lo poco útiles que resultan las palabras para intentar aliviar el
dolor de aquellos que de manera más cercana, deben afrontar la pérdida de un
ser querido. No obstante, creo que es posible reflexionar como institución ante
nuestra propia pérdida, y dejar testimonio sobre todo lo positivo, constructivo
y loable que José Muñoz aportó a la familia del ajedrez riogalleguense e
incluso, dejar clara y expresa constancia de lo determinante que fueron sus
acciones para que la ADAR exista, se desarrollara y sea lo que es en la
actualidad. Soy un convencido de los hombres solo mueren cuando han sido
olvidados, y es por ello que el sólo recuerdo de mucho de lo hecho por José en
su tiempo con y para nosotros, hará que lo tengamos todavía presente.
El
aficionado, el entusiasta
Allá por
1987, José Muñoz comenzó sus primeros pasos en el ajedrez de torneo. Nunca fue
un verdadero estudioso, pero tuvo el talento para progresar a partir de su
propia experiencia y llegar en un momento a consolidarse como ajedrecista de la
segunda categoría de ADAR y ganarse una reputación de jugador ‘peligroso’.
Clasificó a varias finales del Torneo Mayor y a lo largo de su carrera como
jugador de competencia en Río Gallegos logró varias victorias célebres, como el
triunfo sobre Miguel Olguín en la final del Mayor 2002 (Olguín sería luego el
ganador de ese mismo torneo, y sobre 14 partidas disputadas sólo perdió el
encuentro mencionado) y el ‘doblete’ de victorias ante quien escribe estas
líneas en los torneos “Otoño” y “Día de la Bandera” de 2010. “Canica”, el apodo
con el cual era muy conocido José, siempre se caracterizó por su constante buen
humor y sus oportunas y ocurrentes bromas y “cargadas”. No importaba si se
trataba de una partida amistosa o una oficial, si se trataba de una victoria o
una derrota, Canica nunca dejó de sonreír y, más importante, hacer sonreír a su
rival de turno y a los demás. Y el hecho de no ser un precisamente un estudioso
del juego como antes mencioné, no significó que no deseara aprender más y, a su
modo, perfeccionarse: solía observar con mucha atención las partidas que eran jugadas
por otros, preguntaba por qué tal cosa y no tal otra, se interesaba y
participaba de análisis de posiciones junto a otros jugadores y hasta seguía
torneos por Internet, sobre todo aquellos que tenían la participación de algún
galleguense.
José Muñoz enfrentado a Jorge Domínguez durante la Semifinal del Mayor 2012 |
El
dirigente
Algo menos
conocido por los ajedrecistas, al menos en detalle, es el importante trabajo
que Canica llevó a cabo durante su rol como directivo de ADAR para que la
Institución saliera adelante en tiempos difíciles y los socios pudieran
disfrutar de la sede que hoy la Asociación posee. A este último respecto,
varias acciones de Muñoz fueron determinantes para disponer de las instalaciones
sociales. En 2001, Canica pasa a formar decididamente parte de la Comisión
Directiva de ADAR. Eran años de reorganización institucional y de lograr
objetivos largamente anhelados, tal cual el poseer una sede propia para el
Club. Allí asomaron otras de las virtudes personales de José Muñoz: la
coherencia, la claridad, el compromiso y las capacidades para el diálogo y la
conciliación. A pesar de lo que uno pudiera pensar a partir del constante buen
humor de Canica, él sabía muy bien como tratar cuestiones serias, analizar
propuestas, problemas, soluciones e interceder en conflictos sin imponerse y
atendiendo siempre a consensuar pensares diferentes de modo que los resultados
fueran los más beneficiosos para la Institución y sus socios. Podía hacer ver a
otros si estaban equivocados sin ninguna necesidad de ofensas o reproches. No
es por nada que su opinión en temas de la vida institucional de la ADAR siempre
fuera muy respetada. Con la adquisición del local donde hoy se emplaza la sede
social, Canica inició una gran y activa tarea en torno al trabajo edilicio que
se prolongó por varios años. Su competencia como Maestro Mayor de Obras fue
puntual en estos temas en cuanto a planos, construcción y refacción: vale la
pena recordar que cuando ADAR adquirió las actuales instalaciones, las mismas
se encontraban en total ruina y carente de baños y todo servicio. En el aspecto
legal del Dominio, fueron necesarias incontables gestiones ante el Iduv,
Municipalidad y otros Entes, lo que se tradujo en largos meses de trámites
llevados a cabo por Muñoz.
El “Cani” y
los hermanos Roa en la sede de ADAR.
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Canica
también estuvo muy presente y de manera muy activa detrás de la organización de muchos torneos
importantes de ADAR. Jamás quiso llevarse crédito por algo que hubiera
aportado: su perfil bajo era producto de una humildad tan poderosa como su
carácter positivo y optimista. Incluso, en algunas ocasiones en que las cosas
se pusieron difíciles, aportó dinero de su bolsillo para financiar gastos de la
Institución o para que juveniles y otros jugadores de ADAR pudieran viajar a
torneos de nivel nacional.
Canica
entregando un premio al juvenil Mastrangelo. El dirigente de ADAR siempre se
preocupó por que los chicos tuvieran las mejores oportunidades para competir
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Resulta más
que evidente, que habré omitido por olvido muchas otras cosas destacables de
José Muñoz en esta reseña, espero no obstante, haber dejado una idea de lo que importante
que fue Canica para el club y para nosotros, sus compañeros del juego de las
piezas de madera. La ADAR ha sufrido una pérdida grave: con Muñoz se fueron un
gran dirigente, un gran jugador y por sobre todas las cosas un gran amigo.
Jamás habrá otro igual, y tal vez por
eso mismo, Canica estará siempre.
Profesor Pablo López
Secretario de Prensa y Difusión de ADAR
1 comentario:
Mis condolencia a la familia por esta trágica pérdida.
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